La leyenda de La Magdalena

de Pasarón de La Vera

Qué es la Leyenda

La Leyenda de la Magdalena de Pasarón de La Vera es una nueva adaptación[1] teatral de La leyenda de La Magdalena y Jeromín, (popular), basada en la leyenda de origen anónimo que relata los amores de Magdalena y Jeromín -quien muy pronto sería Juan de Austria- supuestamente acaecidos en el Palacio de Pasarón de La Vera en el verano de 1558, durante la estancia de este en La Vera, un mes antes de la muerte de su padre el Emperador Carlos V.

Si como dicen los Hermanos Grimm, la diferencia entre cuento y  leyenda es que esta última posee parte de verdad en su relato, nuestra leyenda parte de hechos conocidos y constatados como son: La estancia de Jeromín en La Vera, su afición a la caza, la importancia del palacio de Pasarón en las cacerías de aquel tiempo, (sus bosques llegaban hasta los mismos muros de Yuste), y la existencia real de Magdalena Ossorio Manrique de Lara, coetánea de Don Juan de Austria, y su posterior retiro a un monasterio.


[1] Son varias las adaptaciones literarias y teatrales que toman esta leyenda popular como fuente para sus narraciones, siendo la más conocida la de la novela «EL MONJE DEL MONASTERIO DE YUSTE (Últimos momentos del emperador) 1871; de Leandro Herrero.

Notas de los autores de la adaptación acerca de la leyenda.

Todas las versiones de esta leyenda coinciden en el encierro forzoso de Magdalena en lo más oscuro del Palacio, para evitar que caiga en los brazos de su amante. Las causas ya no coinciden tanto, habiéndose adoptado últimamente -por recurrente- la de Leandro Herrero:  El monje del monasterio de Yuste (1859), en la que se argumenta la irreconciliable enemistad entre el emperador y el noble del «palacio del diablo» (sic), resolviendo la cuestión con el galope en plena noche del mismísimo Carlos V al palacio, para batirse en armas con el oscuro personaje. Es una leyenda romántica, y como tal poco puede ser criticada, pero su pié real es muy flojo, o casi inexistente, no ya por lo «maldito» del Palacio, sino por la supuesta enemistad, el cabalgado y la lucha de un emperador que a duras penas podía levantarse de su silla.

Pensamos que la tradición oral perdió los datos reales demasiado pronto, permitiendo a la imaginación alejarse tanto. El palacio de Pasarón de la Vera nunca tuvo nada de Maldito, la familia que lo habitó hasta el siglo XVIII, los Manrique de Lara, siempre estuvieron al servicio o cerca de la corona, incluso en la revolución de los comuneros, supuesto motivo de enemistad de ese noble con el emperador.

En cambio, el muy reciente hallazgo de la verdadera Magdalena Ossorio Manrique de Lara y sus circunstancias familiares, aportan  coherencia a una base real distinta para esta leyenda. La realidad sobre el padre de Magdalena: Don Alvar Pérez de Ossorio, Señor de Villacís y Cervantes (? – 1563) abre otras posibilidades no tan alejadas de la realidad.

Es conocida la dureza con la que el padre real de Magdalena acometió sus qüitas en aquella época, no sólo en las justas, reconocido como «El gran justador», si no que es famosa la demanda por una herencia emprendida contra su propio padre D. Pedro Álvarez Ossorio en 1548,  siendo este también familia de los Manrique de Lara y habiendo sido secretario personal de Carlos V, con lo que suponemos que acarrearía, como poco, cierta distancia de la familia de su mujer e incluso aventuramos que también del propio emperador.

 Los autores de esta adaptación piensan que este hecho pudo ser causa principal del encierro forzoso de la joven  y origen de la leyenda, que el tiempo desvirtuó otorgando la enemistad a dos personas que, muy al contrario,  siempre se admiraron y respetaron como son El emperador y D. Alonso Manrique de Lara, el noble que habitaba el palacio y que era su maestresala. Es por eso que nuestra leyenda, en tono de comedia de enredo, busca asentar bien los piés en estas dos circunstancias reales: La enemistad  (o temor) que infunde el padre de Magdalena en su familia política, y la voluntad de mantener en secreto a su hijo natural del emperador. La unión de estas dos circunstancias, nos sirve como detonante de esta historia de amor imposible. A partir de ahí, les pedimos permiso para dejar volar nuestra imaginación.

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