El Palacio, un personaje mudo
Existía un pabellón de caza en Pasarón de La Vera, perteneciente al primer Duque de Alba, García Álvarez de Toledo, cuando en 1531 Garci-Fernández Manrique de Lara, III conde de Osorno, lo adquiere a la Casa Condal de Oropesa.
Observando el palacio desde la esquina que se abre a la calle de La Magdalena, podemos observar a la derecha la estructura del antiguo caserón de caza de los Alvarez de Toledo del siglo XIV, y a la izquierda, paralelo a la calle Magdalena, la ampliación más señorial levantada en el siglo XVI por Garci Fernandez Manrique de Lara.
Muy influenciado por el estilo italiano, el III conde de Oropesa, acomete la ampliación del palacio para convertirlo en una gran mansión señorial, concebida como lugar de descanso y recreo, distinta al concepto de palacio y fortaleza que la familia poseía en Galisteo. Es conocida también la intención de los condes de hacer de aquel palacio, su lugar de retiro, conocidas y admiradas las bonanzas de los “aires de Pasarón”, su frondosa vegetación, sus aguas y su abundante caza. Calidades que a buen seguro compartieron con el emperador y su mujer, mayordomo y primera dama respectivamente, en la época que se estaban construyendo este palacio.
El estilo arquitectónico suma las características de las diferentes épocas de construcción, además de detalles sorprendentes, como bien detalla José Antonio Sánchez Prieto en su libro Estudio de un municipio de La Vera[20]. Aun siendo una residencia de descanso para la familia Manrique de Lara, la construcción no deja pasar la oportunidad de evidenciar su poder, enorme en esos momentos, y alzarse imponente sobre la parte más alta del pueblo, como explica Francisco Vicente Calle Calle en su estudio “El Palacio de los Manrique de Lara en Pasarón de La Vera: Simbolismo y leyenda”[21]. Remitimos a estos dos estudios, que beben del primer estudio conocido sobre el edificio, firmado por Gervasio Velo y Nieto en el año 1954[22], para quien quiera conocer más detalles sobre el palacio, centrándonos en este estudio en aquellas partes que juegan un papel primordial en la leyenda.
Entendemos que aunque la entrada de invitados debía hacerse por el portalón situado en la callle Magdalena, cuya entrada dejaba ver toda la grandeza del palacio, la puerta de más uso, la principal, se sitúa en la fachada que mira al sur-este, en la Plaza del Palacio. Un frontal modesto en tres cuerpos, con dos pequeños balcones en los extremos y una gran balaustrada central situada sobre la puerta principal, de sillería, que aloja el escudo familiar representando las armas del fundador del palacio y las de María de Luna, su esposa. No dando ninguno de ellos a alcoba personal, parece evidente que su uso era más de carácter público, para ser vistos o comunicarse con los llegados o convocados en la plaza, que a dar luz o aire a espacios privados.
Creemos por lo tanto que esta fachada servía de comunicación de la familia con el pueblo, entrada de servicio, enseres y víveres, reservando el balcón principal, que abre una espaciosa solana, franqueada por una balaustrada cortada en tres tramos por sendas columnas, para actos solemnes, donde la familia se situaría bastante por encima del pueblo, para dejar bien sentada su superioridad; y otra ventana o pequeño balcón, situado en el cuerpo derecho, abierta a una escalinata común, lo que subraya su uso comunitario, bellamente decorada con relieves de balaustrada y capiteles. Queda suprimida así cualquier intención de poner sobrias barreras, más propias de la defensa, y que curiosamente se sitúa próxima al suelo y, por lo tanto, creemos que para una comunicación más directa y cercana, y por su tamaño, más de persona a persona.

Sería por lo tanto, por su importante decoración y sus características, el balcón idóneo para una comunicación directa y cercana de una de las personas del palacio con cualquier amigo, conocido o pretendiente, ya que además, la ausencia de huecos en la falsa balaustrada deja ver sólo lo estrictamente necesario, evitando exponer a la vista todo el cuerpo.
Por otro lado, cualquier persona que quisiera comunicarse con la familia, lo haría en esta plaza a través de los huecos del palacio, conductos oficiales y reconocidos de comunicación con el mundo, sin alertar al resto de durmientes, ya que las ventanas y balcones, así como la soleada gran solana que dan a la fachada de poniente, igual que las interiores, se considerarían privadas, para el uso y descanso familiar.
El Interior
El interior se reparte entre grandes alcobas y amplios salones pensados para el solaz veraniego y el descanso de los nobles. (ver galería de fotos). En los sótanos las bodegas, y más abajo la cavidad ciega del nevero. En la parte alta. una zona bajo-cubierta que además de cuidar la temperatura de llas plantas inferiores, servía de almacén y lugar de descanso de gran parte de los sirvientes.
El palacio, el nevero y la leyenda
En cuanto al nevero, verdadera pieza dramática que materializa la leyenda de La Magdalena unida a este palacio, se trata de un extraño pozo que asoma al el salón de los azulejos desde los sótanos del palacio, cito la definición que de él hace Velo y Nieto:
En el llamado salón de los azulejos, planta baja del referido palacio, a poco más de un metro de altura y junto a uno de sus rincones, se abre una ventana que comunica con el vano de un a modo de contrafuerte que corre vertical por todo el largo de la pared, sobresaliendo en la habitación de al lado como si fuera una chimenea adosada, fabricada exclusivamente con piedra berroqueña labrada, detalle que destaca porque todos los tabiques fueron construidos con mampostería ordinaria. Aboca dicho vano, que recuerda el hueco destinado a un diminuto ascensor, en un departamento subterráneo situado exactamente bajo el mencionado salón, y en él aparecen abiertos un pozo bastante profundo y una especie de silo o habitación cuadrada empotrado en el suelo, de varios metros de profundidad y paredes lisas, sin más que unos pequeños agujeros abiertos en dos de sus ángulos, que inducen a pensar sirvieron alguna vez para sujetar travesaños de hierro o madera y poder así colocar encima un vulgar camastro.
Si una cesta u otro artefacto cualquiera atado con una cuerda se deja deslizar por el hueco en cuestión a través de la referida ventana, cae precisa e irremisiblemente en la pieza empotrada y anteriormente descrita, de la cual además no es posible salir sin el auxilio de otra persona, y ello en todo caso valiéndose de una soga, maroma o escalera de mano. Tales circunstancias y características inducen a creer que fue un aljibe, más probablemente un pozo para nieve, o que nos encontramos ante una de aquellas auténticas mazmorras de la Edad Media, cuya existencia ha sido tan comentada por cronistas e historiadores de todos los tiempos[23].
No cabe duda de que esta construcción en vertical y descendente, junto con las enormes y también curiosas chimeneas, en vertical y en ascendente, dotan al palacio de un carácter simbólico muy especial.
La existencia de ese poco usual nevero —léase, aljibe o mazmorra—, que no sabemos si ya existía en la casona del duque de Alba o se mandó construir en la reforma de Manrique de Lara en 1531, dio un buen motivo central a esta leyenda y la dotó de un carácter propio que se movía entre el misterio y el lado oscuro, de algo que nadie en el pueblo conocería y menos, podría explicar.
Estaba cantado que si alguien desaparecía de la vista de criados y servicio del palacio, la explicación más atractiva era señalar a ese oscuro nevero, en el que la vista no alcanzaba a llegar al fondo.
Tanto el autor de ese primer estudio, Velo Nieto, como Calle Calle y el propio Sánchez Prieto, asocian en sus respectivos trabajos este extraño elemento, con el origen de la leyenda y citan algunas de las versiones escritas, pero al estar firmados en años anteriores a 2017, año en el que se certifica la existencia real de Magdalena Manrique de Lara, hablan de la posible relación de Jeromín, con cualquiera de las hijas de don Alonso.
Creemos que el hecho de que en ese palacio hubiera un nevero o una cavidad tan profunda, alimentó la imaginación popular dándole un sentido hasta maléfico. En este caso, la leyenda parece darle la razón al folclorista Timothy R. Tangherlini que definía estas leyendas como: “reflejo de una representación psicológica simbólica de la creencia popular y de las experiencias colectivas”[24]. En este caso, la pesadilla colectiva de los pasaroniegos a terminar encerrados en aquel misterioso pozo, miedo que en esta adaptación teatral los autores personalizan en el personaje de Lorenzo.
Pudo tratarse sencillamente de un encierro forzoso en sus aposentos, pero pensemos que todas las habitaciones poseen ventanas exteriores, nada seguras tratándose de amantes enardecidos y, qué duda cabe, el nevero es mucho más interesante desde el punto de vista narrativo.
Pensamos sin embargo que el extraordinario temor que pudo haber provocado un famoso campeón de justas como don Alvar de Osorio, padre de Magdalena, en un noble tranquilo —a juzgar por la vida en los aires dulces pasaroniegos— como Alonso. Esto pudo llevarle —y es solo una conjetura— a cometer cualquier barbaridad para evitar que su sobrina perdiese la virtud en su casa, aunque ello le costase la salud. Hoy sabemos que en aquella época muchos valoraban más lo primero que lo segundo.
[1] Lorenzo Vander Hammen y León: Historia de D. Juan de Austria. Editor L. Sánchez, 1627. (Biblioteca de la Abadía de Monserrat)
[2] Portal de Archivos Españoles del Archivo General de la Administración: http://pares.mcu.es/
[3] Manuel de Foronda y Aguilera: Estancias y viajes del Emperador Carlos V: Desde el día de su nacimiento hasta el de su muerte, comprobados y corroborados con documentos originales. Edición digital basada en la edición de Madrid, Sucesores de Rivadeneyra, 1914. Edición digital en Cervantes Virtual.
[4] Henry Kammen: Poder y gloria: Los héroes de la España imperial. Barcelona, S.L.U. Espasa Libros, 2010.
[5] Padre Luis Coloma: Jeromín – Estudios históricos sobre el siglo XVI. Imprenta de la Compañía de Jesús, 1905. Edición digital en la Biblioteca Digital Hispánica.
[6] Manuel Colmeiro: Cortes de los antiguos reinos de León y Castilla. Madrid, Real Academia de la Historia / Sucesores de Rivadeneyra, 1885. Edición digital en Cervantes Virtual.
[7] Lorenzo Vander Hammen y León: op. cit.
[8] Diccionario Biográfico electrónico (DBe) de la Real Academia de la Historia: http://dbe.rah.es/biografias/13446/juan-de-austria.
[9] Archivos web de Isabel Álvarez de Toledo: Amerilis / Felipe II y su contexto, enFundación Casa Medina Sidonia. https://www.fcmedinasidonia.com/isabel_alvarez_toledo/amerilis.
[10] Wikipedia: https://es.wikipedia.org/wiki/Juan_de_Austria.
[11] Wikipedia: https://es.wikipedia.org/wiki/Barbara_Blomberg.
[12] Bartolomé Bennassar. Don Juan de Austria: Un héroe para un imperio. Barcelona, Temas de Hoy, 2000.
[13] Baltasar Porreño: Dichos y hechos del Señor Rey don Felipe Segundo, el prudente, potentissimo y glorioso monarca de las Españas y de las Indias. Madrid, Museo del Prado, 2000.
[14] Lorenzo Vander Hammen y León: op. cit.
[15] Padre Luis Coloma: Jeromín – Estudios históricos sobre el siglo XVI. Imprenta de la Compañía de Jesús, 1905. Edición digital en la Biblioteca Digital Hispánica.
[16] “Magdalena Osorio, hija de Alvar Pérez Osorio señor de Villacís y Cervantes, y de Magdalena Manrique de Lara. Sobrina segunda de los Señores del Palacio de Pasarón”, en Anales de la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía. Volumen IV ISSN: 1133-1240.
[17] Jacob W. Imhoff: Genealogiae viginti illustrium in Hispania familiarum. Leipzig, Johann Friedrich Gleditsch, 1712. (Biblioteca Estatal de Baviera).
[18] Jose Antonio Sánchez Prieto: https://asociacionculturallamagdalena.wordpress.com/eleccion-de-yuste-por-el-emperador/.
[19] “Luis de Ávila” en Wikipedia: https://es.wikipedia.org/wiki/Luis_de_Ávila.
[20] José Antonio Sánchez Prieto: Estudio de un municipio de La Vera. Pasarón de La Vera, 1971, págs. 63-67.
[21] Vicente Calle Calle: “El Palacio de los Manrique de Lara en Pasarón de La Vera: Simbolismo y leyenda”, en Actas de los XVIII Coloquios Históricos-Culturales del Campo Arañuelo. Navalmoral de la Mata, 2012, págs. 87-104.
[22] Gervasio Velo y Nieto: “Solar de los Manrique de Lara en la Villa de Pasarón”, en Boletín de la Sociedad Española de Excursiones, tomo LVIII, 1954.
[23] Ibidem, págs. 176-178.
[24] Timothy R. Tangherlini: “It happened not too far from here: A survey of legend theory and characterization”, en Western Folklore, núm. 49, 1990, págs. 371-390.